martes, 14 de diciembre de 2010

REGALOS DEL ADVIENTO



1.LUZ para distinguir a Cristo que sale a nuestro encuentro. Abrir los ojos, para que nada ni nadie nos confunda. Es necesario para no desviarse del camino.

2.OIDO. Para escuchar sus pasos. Dios nunca se impone. Se propone a todo aquel que desee acogerle libre y voluntariamente. El silencio nos hace sensibles a la llegada del Señor.

3.ALEGRIA. El nacimiento de un niño siempre trae debajo de su brazo altas dosis de felicidad y de alegría. Estar comprometidos con lo que gusta a Dios será la mejor forma de ampararle.

4.HUMILDAD. Si Dios estando en las alturas, se acerca al hombre, es para que también la humanidad se ayude mutuamente. Al salir al encuentro de los demás abrimos una puerta, la de la humildad, que nos empuja a los brazos de Dios.

5.ESPERANZA. Esperamos no algo efímero. Es Alguien el que nos produce una sensación de paz y de sosiego, de optimismo y de ilusión. Desengancharnos de aquello que monopoliza excesivamente nuestra atención hará que aumente en nosotros las ganas de celebrar el nacimiento de Cristo.

6.QUIETUD. El trabajo, las responsabilidades y preocupaciones nos absorben y bolquean demasiado. El adviento nos invita a contemplar, a ser más reflexivos, a estar expectantes ante un acontecimiento: ¡Dios viene a salvarnos!

7.AVENTURA. Este tiempo prenavideño nos invita a salir al encuentro del Señor. Instalarnos en el camino fácil, en el consumo o en lo superficial, no nos convierte en aventureros sino en autómatas. ¿Quieres descubrir al Señor?

8.HERMANDAD. El adviento nos dispone no solamente al nacimiento de Jesús sino al sentido de su llegada: viene a restablecer la alianza entre Dios y el hombre. Un Niño nos va a nacer y, en El, todos seremos hermanos. Avanzando en la reconciliación personal y comunitaria podremos significar la autenticidad de nuestra fe.

9.VISITA. Celebrar el adviento es prepararse a una visita especial. Hay que limpiar el corazón para que, el Señor, pueda nacer en Él. La Palabra, la conversión personal y la alegría….pueden servir de pañales con los cuales recibir dignamente al Salvador.

10.SILENCIO. El Hijo de Dios viene silenciosamente y, por lo tanto, hay que estar atentos para saber desde que dirección se acerca hasta nosotros. Ser centinelas, vivir como centinelas, permanecer como centinelas y con los ojos bien abiertos evitará que, lo grande y divino de estos próximos días, no pase de largo.


                                                         Padre Javier Leoz




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